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Sixto Paz : El 2012

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EL PLAN COSMICO - SIXTO PAZ W.

jueves, 8 de enero de 2009

Los miedos del hombre... NO EXISTEN MAS QUE EN LA MENTE


Nuestra historia comienza con cuatro hombres en el desierto en un tipo de encarcelamiento auto-impuesto. Los hombres, en el medio de la nada, el sol asolándolos cada día. El primer hombre estaba atado a un poste metido en el suelo. Era un poste alto y había una cadena que iba del poste a sus tobillos. La cadena tenía unos dos metros de largo (6´-8"). No podría escaparse debido a la cadena alrededor de sus piernas. Cada vez que trataba de hacerlo, él se daba cuenta que la cadena lo estaba manteniendo en el lugar. Cerca del segundo hombre también había un poste hundido en el suelo, pero no había cadenas atadas a sus piernas. Sin embargo, había un gran foso, una gran trinchera alrededor de su poste y su pedacito de desierto. La zanja estaba llena de cocodrilos, y por eso él sabía que no podría escapar. Día tras día tras día caminaba en círculos en su pequeña isla en el medio del desierto, quejándose, enojado, argumentando consigo mismo. Su miedo a los cocodrilos lo mantenía allí. El tercer hombre era de la Nueva Era. Él también tenía un gran poste en el centro, uno de metal. Alrededor del poste había una gran banda de goma, como una gran correa de goma, que estaba atada y tensada alrededor de su cintura. Cada día trataba de escapar. Él podía tirar y tirar y tirar de la banda de goma con su cuerpo, y cuando llegaba a cierto punto la banda de goma lo tiraba de golpe, de regreso al poste. Cada día se levantaba, sacudía su cabeza y pensaba que "eso no era gracioso, pero tenía que tratar de superarse a mí mismo otra vez". Cada día él llegaba al tope de la tensión de la correa de goma y era tirado de golpe para atrás, contra el poste. Había un cuarto hombre. Él también tenía un poste de metal, hundido en el suelo justo alrededor de él. Pero no había cadena alrededor de su pierna, ni un foso alrededor de su poste metálico; tampoco una correa de goma alrededor de su cintura. Pero él escuchaba voces. Las voces decían: "No te desafíes tratando de caminar lejos del poste en el desierto. Si lo haces, serás consumido por espíritus malignos". Cada vez que trataba de alejarse cinco o diez pasos del poste, él escuchaba las voces y rápidamente corría de regreso a la comodidad y resguardo del poste. Los cuatro hombres vivían así día tras día, noche tras noche, miserables, enojados, aprisionados en ese ambiente desierto. Hasta que un día vino un ángel a ellos. El ángel dijo: "¿Por qué tienes esa cadena atada a tu pierna?, y el hombre encadenado dijo: "Fue puesta allí por otros. No es mía. Me han dejado confinado a ella. Me impide crecer, me mantiene limitado". Y el ángel asintió con la cabeza y dijo: "Mmmm, qué interesante". El ángel fue al segundo hombre, el de los cocodrilos en la fosa, y dijo: "¿Por qué elijes esto? ¿Por qué tienes a los cocodrilos rodeándote?" Y el hombre dijo: "Éstas son las cosas en la vida. Estos son miedos que me consumirán y me comerán si trato de dejar mi pequeña prisión, aquí en el desierto. Yo preferiría quedarme aquí, miserable, que morir en las fauces de los cocodrilos". Y el ángel asintió con la cabeza y dijo: "Mmmm. Interesante". Ella, el ángel, caminó hasta el tercer hombre, el hombre Nueva Era con la correa de goma atada a su cintura, y dijo: "Esto es muy peculiar, ¿qué es esto?". El hombre contestó: "Es una banda de goma, fue puesta alrededor de mí por la conciencia de la humanidad. Cada vez que trato de expandirme, me tira para atrás y me golpea contra el poste. Supongo que es mi karma. Esto es lo que tengo que hacer en la Tierra". Y el ángel asintió con la cabeza: "Muy, muy interesante". El ángel fue hasta el cuarto hombre y dijo: "No hay nada alrededor de ti, nada que te ate en el lugar. ¿Por qué simplemente no te vas de este desierto?" El cuarto hombre le contestó: "Oh, pero querida ángel, cada vez que lo intento, escucho esas voces en mi cabeza. Me dicen que es peligroso adelante, me dicen que seré consumido por esos seres invisibles. Hay demonios por allí, ¿sabes?. No me los quiero encontrar, porque no sé cómo manejarlos, por lo que me quedaré aquí cerca que es seguro". "Ustedes saben", dijo el ángel, "tengo la autoridad de dejar libres a todos y cada uno de ustedes. Puedo cortar las cadenas de tus tobillos; puedo sacar los cocodrilos del foso; puedo sacarte esa tonta banda de goma de tu cintura; incluso puedo detener esas voces que te hablan." Ahora pensarán que ésta podría ser una historia con final feliz. Todos los humanos podrían ir libres y darse cuenta cuán tonto ha sido todo esto. Pero cuando el ángel sacó las cadenas y cortó la banda de goma, eliminó los cocodrilos y detuvo las voces, todos se volvieron locos, ¡ahí, en el desierto! No pudieron manejarlo. Estaban tan enamorados con las cosas que los tenían sujetos al lugar que no pudieron moverse más allá. Tenían que andar un poquito más allá de lo que percibían como el desierto, por sobre la pequeña colina que estaba justo más allá de donde ellos tenían la impresión de estar, ellos podrían haber visto que no era un desierto por completo. ¡Estaban en realidad en una cancha de golf, en una trampa de arena! ¡Había hermosos caminos, árboles, una sede social, todo atendido por seres angelicales y humanos angelicales, listos para darles lo que quisieran! Pudieron tener su propio carrito de golf, jugar tantos hoyos como hubieran querido; sentarse en el bar todo el día y tomar cerveza celestial, todo lo que quisieran. Pero sus miedos los dejaron presos en el lugar. Así como todo esto le pareció tonto a este bello ángel que los dejó libres, fue muy, muy real para los cuatro hombres. El desierto fue real; las cosas que los sujetaban eran reales; sus miedos – sus miedos interiores y sus miedos que percibían como de afuera - fueron todos muy, muy fuertes, creando esta tremenda ilusión. Tanto más cuando fueron dejados libres, no supieron cómo manejar la libertad; tampoco cómo manejar las opciones verdaderas; no supieron cómo manejar la belleza de la vida. Se pusieron ellos mismos en su propia prisión, por supuesto. Nadie más verdaderamente llenó el foso con cocodrilos; nadie hizo que el hombre usara la banda de goma alrededor de su cintura; nadie ató la cadena al poste; y en serio no había ninguna voz hablando. ¡Pero los humanos cuidan de esto! Crean ilusiones en cuanto a su realidad. Así Shaumbra, esta es una invitación a todos y cada uno de ustedes a que aparten sus miedos. Esta es una invitación para mirar las cosas que los están reteniendo. Escuchen a los ángeles que vienen a ustedes. Los invitan a estar libres, a dejar de usar excusas, a dejar de mirarse a sí mismos dentro de su propia prisión. Es realmente muy hermoso ahí afuera, más allá de este pequeño desierto, también conocido como trampa de arena. Es muy hermoso. Pueden crear todo tipo de cosas, pero no pueden tratar de imaginar la belleza del potencial de su vida mientras están atados a un poste; mientras tienen una correa de goma alrededor de su cintura; mientras se angustian por los cocodrilos; o mientras escuchan las voces de sus propios miedos. Cuando son consumidos por el miedo y la limitación, no es posible que puedan imaginar cuán increíbles pueden ser y cuán fácil puede ser la vida y qué vida de gozo hay en cada momento. Aún estando sentados aquí, ahora, en estas sillas, no pueden imaginar en sus mentes humanas limitadas el increíble gozo y la realización que viene de trabajar con otros humanos que también quieren ser libres, donde ustedes no tienen que llevar sus cargas. Saben, que la mayor parte de los psicólogos tratan de asumir las cargas humanas de otros y entonces se vuelven tan miserables. El ángel que vino y liberó a los cuatro prisioneros no se puso los grilletes en sus propias piernas; no se rodeó de un foso con cocodrilos; tampoco se puso la banda de goma; y, no dejó que las voces externas la influyeran. Cuando están haciendo su trabajo, no tomen los problemas de otras personas. Hónrenlos y respétenlos. Si eligen estar atados a ese poste con una cadena alrededor de sus piernas, hónrenlos por ello y de veras pídanles que elijan. A veces se asombrarán de lo que escucharán. A veces cuando dicen: "puedes elegir soltar esas cadenas de tus piernas, ¿qué eliges?" Los humanos típicamente comienzan con un "pero... pero... no estoy seguro/a, no sé". La confusión, todo esto comienza.
Posiblemente no puedan imaginarse ahora mismo, aún estando sentados aquí en este momento, las hermosas vistas de la vida que están justo en frente de ustedes. Lo que parece ser un desierto es simplemente una pequeña trampa de arena en la vida


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